China parte I
Viernes de inspiración, esta vez les compartimos la experiencia de nuestra nueva colaboradora la argentina Virginia Ucar, ella se define como fotógrafa aficionada, licenciada en geología, viajera incansable, apasionada por el arte, la gastronomía y todos aquellos proyectos creativos colectivos. Hoy le damos la bienvenida y los dejamos con la primera parte de un maravilloso viaje a China que ella nos comparte...
"Llevamos caminando unos cuarenta minutos y parece que el lugar que buscamos, a cada paso, se aleja más allá del horizonte. La amurallada Xi’an, con más de 5000 años de historia y la cual ostentó alguna vez el título de capital de China nos recuerda, soberbia, que en este país todo es gigante, inmenso, extenso y fuera de escala. Decidimos preguntar, por enésima vez, si estamos en buen camino; y por enésima vez indican un tres con las manos y en dirección al norte: tres cuadras?, tres kilómetros?, nadie sabe. Hace calor y está por llover. Se siente el peso de la mochila y el poco sueño de la última noche en Shanghai. Me culpo por los 9 kilos de ropa que llevé y pienso que peor sería estar arrastrando una valija; hay que viajar liviano, me recuerdo a mí misma: en los viajes y en la vida…que las cosas pesan, lastran y te anclan, no hay dudas.
Al borde de la resignación y luego de cuatro kilómetros del último intento de orientación, llegamos al hostel elegido: un antiguo pabellón de comunicaciones del afamado ejército rojo de la dinastía TANG (680 DC), una joya histórica de la arquitectura china. Así es este país, al cual le debemos entre tantas otras invenciones el origen del papel, la porcelana, la seda, el reloj mecánico, el té, hasta el futbol y los fideos, a cada paso te recuerda la supremacía de Oriente sobre Occidente.
Salimos a recorrer Xi’an empezando por el ejército de los guerreros de terracota: 8000 soldados de barro con sus caballos, esculpidos en tamaño real y enterrados en el 200 AC para custodiar la tumba del primer emperador de China, que nadie se atreve a abrir. No se sabe muy bien si por conservacionismo, o superstición. Caminamos entre ceramistas y escultores quienes, con paciencia china, reproducen a la perfección cada uno de los guerreros desde escala centimétrica hasta su tamaño real, en caso que quieras llevarte a casa tu propia tropa de souvenirs.
Subimos al templo de la campana y el tambor, con sus techos de madera rojos y curvos donde revolotean miles de barriletes y golondrinas chillonas, mientras vemos como desaparece el sol detrás del horizonte. Llegamos finalmente al barrio chino-musulmán: una gran cocina nocturna a cielo abierto donde confluyen Asia y medio-oriente, ya que Xi’an era la ciudad de inicio, o fin, de la ruta de la Seda que comunicaba Asia con Europa: 5000 años de comercio a tracción a sangre que generaron un sinfín de rasgos fisonómicos y una fusión culinaria y religiosa, que ya no sé si estoy en China o en otro país de oriente.
Entre ollas y woks gigantescos, incontables variedades de fideos y platos indescifrables, nos decidimos por una sopa de dumplings. El picor nos llega a la nariz y nos despierta los sentidos.
Sentados en medio de una calle humeante rodeados de luces de neón, cocineros callejeros que te sonríen a los gritos y sartenes ardientes, vuelvo a afirmar que el disfrute de viajar no tiene que ver con el destino, sino más bien con esa sensación de sentirse lejos y extraviado de uno mismo…así termina nuestro día en Xi’an antes de emprender un nuevo viaje en tren rumbo a Beijing, pero esa, es otra historia..."
Hay mil formas de conocer China y Oriente, nos encantaría que nos cuentes tu experiencia si ya lo conociste y si está en tu mente y aún no te animaste a descubrirlo puedes contactarnos para que juntos diseñemos la mejor opción! Hasta el próximo post :)
Texto y fotografía de Virginia Ucar.